
Una forma viva de cultivar que regenera el suelo, la biodiversidad y la relación con el entorno
La agricultura sintrópica no es una técnica más dentro de las corrientes agroecológicas. Es, ante todo, una nueva forma de entender la relación entre el ser humano, la tierra y el tiempo. Una forma de cultivo que no busca solo producir alimentos, sino regenerar ecosistemas, acumular energía en el suelo, aumentar la biodiversidad funcional y reconectar con los ciclos de la naturaleza. Según quienes la practican, como Jaime Páramo desde Galicia, es una agricultura que cultiva también a la persona que la pone en práctica.
Principios fundamentales
La agricultura sintrópica se basa en varios principios clave:
1. Sucesión ecológica como herramienta de diseño
Se trabaja con especies que se relevan en el tiempo. Cada una tiene su papel en una fase del desarrollo del sistema, desde las más pioneras (rápido crecimiento, aporte de materia orgánica) hasta las especies productivas de clímax, como frutales o frutos secos.
2. Estructura estratificada
Los cultivos se colocan en diferentes niveles verticales (extracto alto, medio, bajo, emergente y cubresuelos), reproduciendo la arquitectura de un bosque. Esta estratificación permite maximizar el uso del espacio, captar más luz, mejorar el microclima y reducir la competencia.
3. Alta densidad y diversidad
Lejos de los marcos de plantación convencionales, se apuesta por una gran densidad de plantas y una enorme diversidad funcional. Esto genera más biomasa, más raíces, más sombra y, sobre todo, más vida en el suelo.
4. Cultivo de sensibilidad
No se aplican recetas. Cada sistema es único y se diseña a partir de una lectura profunda del lugar: clima, suelo, vegetación circundante, capacidad del agricultor y necesidades de la comunidad. Esta lectura requiere estimular y entrenar los sentidos: observar, tocar, escuchar, oler, probar. Es una agricultura que exige presencia, conexión y humildad.
5. Presencia y acompañamiento constante
El diseño no basta. Es necesario un seguimiento cercano y una gestión adaptativa. El agricultor se convierte en un facilitador de procesos, no en un controlador. Regula, observa, poda, alimenta el suelo y permite que la naturaleza exprese su potencial.
Técnicas empleadas
Las técnicas utilizadas en la agricultura sintrópica son específicas, pero siempre adaptadas al lugar y al momento del sistema. Algunas prácticas destacadas son:
Preparación del suelo
- Curvas de nivel y camas profundas: se preparan zanjas o caballones donde se concentra materia orgánica.
- Incorporación de madera: se entierran trozos de diferentes tamaños para alimentar hongos y retener humedad.
- Aplicación de microorganismos autóctonos: se activan e inoculan en el suelo como parte de la activación biológica.
Plantación y diseño
- Se eligen especies por su función ecológica (pioneras, fijadoras de nitrógeno, biomasa, cobertura) y su valor productivo (frutales, nueces, aromáticas).
- Se diseñan secuencias sucesionales. Por ejemplo, se comienza con cultivos de ciclo corto como nabo, ragonet o col, que preparan el suelo para perennes como romero, salvia o absenta, y a su vez acompañan a árboles como nogal, chirimoya, manzana, membrillo o pecán.
- Se colocan especies espontáneas o sembradas en densidad para permitir que el sistema elija, de forma natural, las más adaptadas.
Mantenimiento y seguimiento
- Poda constante y estratégica, para acelerar los ciclos, generar cobertura y activar el suelo.
- Cobertura permanente con restos de poda, plantas espontáneas o cultivos de cobertura.
- Observación continua del sistema: presencia de fauna, comportamiento de las especies, evolución del microclima, indicadores biológicos del suelo.
Beneficios esperados
La agricultura sintrópica, tal como se describe desde Vieiro, no promete soluciones rápidas. Es una apuesta a medio y largo plazo. No obstante, sus beneficios son múltiples:
- Regeneración del suelo: aumento de materia orgánica, estructura, retención hídrica y vida microbiana.
- Incremento de la biodiversidad: tanto vegetal como animal, incluyendo insectos, aves y fauna del suelo.
- Producción alimentaria diversa: hortícolas, frutales, plantas medicinales, biomasa y productos forestales no maderables.
- Reducción de insumos externos: al aumentar la autogestión del sistema y el reciclaje interno.
- Cuidado del paisaje y del agua: mejora del ciclo hídrico, control de la erosión y recuperación de manantiales.
- Transformación personal: al cultivar con sentido, también se cultiva la sensibilidad, la paciencia y el vínculo con la tierra.
Estación Agroecológica de Vieiro
La experiencia de la Estación Agroecológica de Vieiro nace de la adaptación de los principios de la agrofloresta y la sintrópica a contextos del norte de España, concretamente Galicia. En una región marcada por la agricultura extensiva, el monocultivo forestal de eucalipto y la pérdida de biodiversidad, esta propuesta busca convertir parcelas degradadas en sistemas vivos, productivos y resilientes.
Reflexión final
La agricultura sintrópica es un proceso de aprendizaje continuo que exige desaprender muchas ideas heredadas sobre productividad, eficiencia y control. Supone entregarse a un diálogo con la naturaleza, escucharla y permitirle expresarse.
Lejos de copiar modelos tropicales, la experiencia compartida en Galicia demuestra que la sintrópica puede adaptarse a otros climas, suelos y contextos. Lo fundamental es cultivar primero al agricultor, su percepción y su capacidad de lectura del lugar. Solo así es posible diseñar sistemas verdaderamente regenerativos, sostenibles y abundantes.
En un mundo donde la agricultura industrial ha llevado al agotamiento de recursos, al empobrecimiento de la tierra y a la desconexión con la vida, la agricultura sintrópica representa una vía de retorno: hacia el bosque, hacia la comunidad y hacia el sentido profundo de cultivar.
